Columna

El talento humano de la salud y su importancia en una reforma

El talento humano en salud es la columna vertebral de cualquier sistema de salud y su importancia se magnifica exponencialmente cuando se habla de una reforma para el sector. Pensar más allá de una reforma estructural del sistema de salud enfocándose en el talento humano, hace la diferencia entre un cambio superficial o una verdadera transformación.

El talento humano es crucial en un sistema de salud para la implementación de las políticas. En una reforma, se requiere no solo considerar cambios estructurales y crear más formalidades; se necesitan las personas que los lleven a la práctica. Una reforma busca mejorar el acceso a los servicios y reducir las inequidades, lo cual requiere personal capacitado que pueda llegar a la población dispersa, ofrecer atención y trabajar en diferentes entornos, desde los grandes hospitales en las ciudades hasta aquellos ubicados en zonas rurales.

El Talento Humano en Salud es quien en última instancia implementa las nuevas políticas, los nuevos modelos de atención y las nuevas tecnologías. Los médicos, enfermeras, odontólogos y otros profesionales de la salud somos quienes garantizamos que la atención sea segura, efectiva y centrada en el paciente.

Los sistemas de salud del mundo están en constante evolución, y esto implica una apuesta por la formación continua de su capital humano, además de la investigación. Una reforma de la salud que no considere al talento humano difícilmente podrá lograr una mejor calidad en la atención y lograr garantizar este derecho fundamental para todos los colombianos.

En Colombia se gradúan al año más de 6000 médicos y solo 1050 prestan su servicio social obligatorio, principalmente porque existe un abandono generalizado en el trabajo de los determinantes sociales y especialmente en salud, panorama que se agudiza con los problemas de financiamiento. De esta situación es responsable el Estado, los gobernadores, políticos, congresistas y gamonales, quienes cada cuatrienio sacan a la luz pública las necesidades de la población para luego de conseguir “el botín” político, en este caso de la salud, sector que vuelve a la tierra del olvido sin pena ni gloria.

Los puestos de salud no tienen vías de acceso para llegar ni para salir; falta agua; en algunos lugares no hay piso de cemento ni baños; no cuentan con los equipos mínimos para trabajar, y no hay insumos para poder realizar procedimientos básicos como suturar una herida. Muchas veces instrumentos como un estetoscopio o tensiómetro son llevados por el médico; no hay garantías de seguridad para la Misión Médica y de forma más estructural, no existen ni infraestructura ni tecnologías propias de un hospital de primer nivel de atención.

Aunque esto se ha presentado en todos los gobiernos, en el actual se agudizó el problema. Un ejemplo son los equipos básicos de salud, de los que tanto se habla. Estos son “usados” como herramienta política, cuando quienes hacen referencia a ellos, ni siquiera tienen conocimiento sobre su funcionamiento. Según el Ministerio de Salud a la fecha se han girado más de dos billones de pesos destinados a estos equipos, entregados a las Entidades Sociales del Estado (hospitales públicos) ¿Quién audita el destino de estos dineros y que los mismos cumplan con su objetivo? Señores, ahí está la causa de la actual crisis en salud: falta de gobierno.

La Asociación Colombiana de Sociedades Científicas siempre ha sido muy crítica frente a todas estas realidades, sin desconocer la necesidad de una reforma al sistema que debe ajustarse. Las normas existentes deben reglamentarse especialmente la Ley Estatutaria. Esto permitiría el buen uso de las herramientas que la ley dispone y sería el mejor mecanismo para solucionar la crisis.

Fortalecer la atención primaria en salud es uno de los aspectos de la reforma en el que desde el sector estamos de acuerdo, pero reitero ya existía, nunca se ha regulado, implementado, y por supuesto no se cumplió, lo cual evidencia la falta de gobernanza en el sector. Colombia nunca debió llegar a la crisis de salud en la que se encuentra actualmente, y lo advertimos desde hace tres años los líderes gremiales; la salud no puede ser politizada porque pierde su esencia social e impide que llegue a toda la población.

Estamos de acuerdo con establecer cambios, y hacer ajustes principalmente en el tema de la corrupción. Pareciera que ahora el puesto más codiciado por aquellos que hacen política es el ser nombrados en el área de la salud, generando un gran foco de corrupción. Los funcionarios públicos que roben recursos de la salud deben ser castigados y tratados como terroristas, porque están atentando contra la vida humana. Esto es algo en lo que debería actuar el Congreso, y los entes de control con todo el rigor necesario. También deben conocer la situación de sus regiones, pero estoy seguro que la mayoría de los honorables congresistas y ponentes de esta reforma ni siquiera conocen un puesto de salud en sus respectivas regiones (pero para pontificar en campañas sí que son buenos).

En conclusión, para que un sistema de salud sea exitoso, se debe priorizar la dignificación, formalización y el desarrollo integral del recurso humano, reconociendo su papel esencial para garantizar el derecho fundamental a la salud de todos los ciudadanos, así como hacerlos partícipes de la elaboración de políticas, lo contrario va en contravía del ordenamiento jurídico. Recordemos que la Ley Estatutaria vigente en su libro II Artículo 12 eleva al rango de derecho fundamental “…el derecho de las personas a participar en las decisiones adoptadas por los agentes del sistema de salud que les afectan o interesan”. Debemos pensar más allá de la reforma, entendiendo que un sistema de salud será tan fuerte, resiliente y humano como lo sea su gente. Invertir en su bienestar, desarrollo y propósito no es un gasto, es la inversión más estratégica para garantizar una atención de calidad para todos los colombianos.

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