Donar es retornar a la vida, por hermana María Inés

Hablar de donación es hablar de vida, amor, generosidad y altruismo.

Quienes hemos estado al borde de la muerte por una grave enfermedad vemos cómo la limitación, la impotencia y la pérdida constante de energía nos hacen sentir que todo se derrumba, que todo se acaba. Hace 28 años mis proyectos e ilusiones se quedaban suspendidos, hasta que un día brilló la esperanza en la grandeza de Dios: un médico me dijo que había una posibilidad de vivir, que la única salvación era un trasplante. Aunque el camino parecía lejano y casi imposible de alcanzar por la falta de conocimiento y orientación, esa posibilidad cambió mi vida. Y ese es el caso, estoy segura, de otras miles de personas.

El trasplante mejora el estado de salud y la calidad de vida. Se experimenta un verdadero renacer del cuerpo. Con una energía devuelta, impresionante, uno quiere correr a agradecer y promulgar el gran milagro de la vida; un milagro proporcionado por alguien que partió, pero que a la vez se quedó en nosotros. ¡Paradoja de la vida! Ahora habita nuestro cuerpo, pero —de una manera aún más profunda— habita nuestro corazón. Gracias a un donante vuelven las ilusiones y los proyectos… nadie puede dimensionar completamente lo que puede lograr con una donación. Un receptor lo sabe.

Uno de los puntos más importantes de todo el protocolo es la detección de donantes. Esta requiere no solo la buena disposición de la población general, sino también del personal de salud, organizado y con conocimiento del proceso. Donar es un acto de amor y generosidad profunda, que se da en momentos duros, llenos de incertidumbre y dolor. La familia del donante se juega la existencia de quién se va, pero también de quién necesita de su generosidad. Por eso repetimos: no se lleve los órganos; aquí, en la tierra, pueden prolongar otras vidas.

La donación salva vidas y familias. Imaginemos una madre que está al borde de la muerte dejando hijos sin amparo, ¿cuánto vale la gratitud de saber que una donación puede evitar ese desenlace? Estas situaciones, tan reales como frecuentes, deberían impulsarnos a conversar más sobre el tema… a entender que la donación también nos beneficia como sociedad.

En Colombia, tanto la donación como el trasplante han tenido una evolución importante. Se han implementado los medios —prácticos, éticos y organizados— para la detección y consecución de los órganos y para implementar las innovaciones científicas para el desarrollo y mantenimiento de los trasplantes. Merece mención especial el paso de la red de donación de particulares al estado, que ha propiciado una asignación de órganos más ética, equitativa y organizada.

Existen además normas que se han venido desarrollando para regular el proceso, garantizar la transparencia y proteger a los donantes: La ley 9 de 1979, por la cual se dictan Medidas Sanitarias; la resolución 3199 de 1998, sobre requisitos técnicos y administrativos para el funcionamiento de los bancos de componentes anatómicos, de las unidades de biomedicina reproductiva, centros o similares y se dictan otras disposiciones; la ley 73 de 1988, sobre los mecanismos de donación. El decreto 2493 de 2004, que reglamenta parcialmente las Leyes 9 de 1979 y 73 de 1988, en relación con los componentes anatómicos; El decreto 1172 de 1989, sobre la utilización de órganos y componentes anatómicos para fines de trasplantes u otros usos terapéuticos. Establece todos los mecanismos de donación y consentimiento del donante. La ley 919 de 2004, que prohíbe la comercialización de componentes anatómicos humanos para trasplante y se tipifica como delito su tráfico, y finalmente la ley 1805 de 2016 que modifica la Ley 73 de 1988 y la Ley 919 de 2004 en materia de donación de componentes anatómicos.

A pesar de esta extensa legislación, existen diferentes factores que dificultan la donación de órganos, en aspectos como el impacto emocional que produce la muerte en las familias; la desinformación en la población y la falta de difusión sobre la importancia y beneficios de la donación; la falta de conocimiento o de voluntad de algunos profesionales de la salud, y los mitos alrededor de la donación, especialmente por ciertas creencias religiosas.

Identificar estas barreras permite formular estrategias de educación y acompañamiento, que amplíen el conocimiento del proceso de donación en el personal de salud. La capacitación organizacional y retroalimentación constante son también indispensables para mejorar los resultados.

Para cerrar, recordemos dos cifras impactantes: un donante cadavérico puede salvar hasta seis vidas y ayudar a 100 personas a través de sus tejidos y huesos. Por eso, mi consejo para todos, en mi calidad de receptora, es: exprese en vida a su familia y amigos su intención de donar.

Te recomendamos: